Islas de pan, recuerdos de papel / Umiel Julio - 2010

Por alguna razón…

Al escuchar tu canción favorita,

Aquella que siempre odie,

Me sentí vivo;

Y al sentir el gusto a sal,

De la lágrima,

Me sentí en el camino;

De aquel que olvida,

Sin el olvido;

Aquel que con memoria,

Distingue la felicidad,

De lo entretenido y divertido.

Arme con pedacitos de pan, mis recuerdos y vi en una fuente el olvido. Coloque en escarbadientes papeles como cartelitos y los clave en cada uno de los pedacitos; y los puse sobre una gran fuente de vidrio, todos esparcidos; solo unos pocos juntos, rozándose o a pocos centímetros.

Luego vi enfrente de mí un charco de agua y metí mis manos en él hasta el barro; me pinte la cara con mis manos.

Tome una botella y la llene de agua; deposite su contenido varias veces y vi que todo tomaba sentido. Ya no hubo antagonismo entre la experiencia, el recuerdo y el olvido.

Luego ya en el lugar de nuevo, en esta realidad, agarre el envase, fui hasta al almacén para luego tomarla entre risas y amigos.

Volví.

Pensé, quizás la misma agua que unió aquellos pedacitos, sea el medio por el cual la electricidad me hiciera añicos. Pero me sumergí allí y nade, en la fuente que tomo el tamaño de casi un río; los recuerdos de pan se movían alrededor mío. El que en un comienzo estaba en el centro, se posaba en el fondo hundido, el que se encontraba en la esquina izquierda, ahora está junto al otro de la diagonal opuesta. Al verme nadando y disfrutando entre ellos, y al saborear cada uno de los pedacitos de pan, salí de aquella fuente, recuperé mi tamaño normal, y ya no era el mismo…

Veo como la experiencia, el recuerdo y el olvido; toman sentido cuando se construye la memoria. De esta manera los rencores pierden su poder, los malos momentos son experiencias y el perdón, y el auto perdón el único alivio.

Creo que a ti, todo lo que te dije, ni siquiera te entró por un oído y salió por el otro, creo que nunca me diste la oportunidad de recorrer ese trayecto de una a la otra; realmente creo que todo lo que dije te entró y salió por el mismo oído. Quizás por ello nunca entre en tu razón, y termine ocupando, en el rebote de palabras, tu desatento corazón.

El único alivio…

No juzgaré esa actitud, solo en cuanto herida a mi ego y orgullo, pues soy capaz de preguntarme: ¿Cómo pudo hacerlo?; ¿Cómo no iba a hacerlo? La cuestión de la indiferencia está, en que escapar no implica una salida, como entretenerse no es ser feliz, como una vida orgullosa no es igual a una vida digna, que por mucho madrugar, no se amanece más temprano; que los oídos sordos pueden ser un refugio, pero más veces terminan siendo una cárcel.

…Y quitarle esa libertad al otro es un autoritarismo…

…y quitarse como persona esa libertad, es un suicidio…

…porque hasta para mentirse uno debe ponerse de acuerdo con uno mismo…