Tímido y
decidido se acercó y me dijo:
El aire
se perfuma cuando respiras esperanza,
Y ahí nomás se
cortó la mejilla,
Y tiño de
roja una rosa blanca.
Amarillo
el obsesivo,
Le
gritaba en vano dentro de una botella,
Que
sellaba el intento con un corcho.
Sinuoso
es el camino,
En el que
se relajó en delirios,
Como
dormido sobre un toro.
...No te
vayas a caer,
Ni dejes
que el matador se confunda,
Tú sabes
que otros como tú,
Disfrutan
de la muerte y la tortura...
La gente
se asusta y grita,
Mientras
el tipo encuentra el alivio,
Me
adentré y le pregunté:
¿Cuánto
veneno tienes,
Como para
llegar a eso?
Tranquilo
y cortado,
Y con un
porro en la mano,
Dijo: sácate
la pluma de entre los dientes,
Y escribe,
"El
de la mejor de las serpientes".
Le dije:
Haré
poesía de este horror,
Tú,
Solo
sigue supurando...
Metió su
mano en el bolsillo,
Y saco
pedacitos de algodón,
Y me hizo
una artesanía de coraje,
Me avisa:
No es algo personal compañero,
Pero mis
piernas suelen escaparse.
El diablo
sabe por haber sido tonto,
Tengo una
moto para esos viajes,
Nos
dedicamos el sombrero,
Y
murmuramos:
"En
esta ruta no hay banquina ni peaje".
Silencioso
y convencido se alejó y me dijo:
El viento
no tiene dirección,
Las olas
no tienen cara,
Si eres
poeta te dará lo mismo el frente o la espalda.
Unos de
la multitud deforman lo que se dice,
Y se
entretienen,
Mientras
yo le explicó que no soy un perito forense.
Que los
ojos son unos soplones inocentes,
Y que los
perturbados olemos el semblante,
Le digo
tímido y decidido:
La vida,
el olor y la espada,
También
se respira en el aire.
Las
paredes llenas de humedad me sugieren ignorar situaciones, busco una silla en
la habitación sin muebles y el humo se funde en la niebla que espesa el aire.
Sin velas y a un cuarto de luz, entra la oscuridad que vuelve del lado negro de
la luna, sin golpear la puerta. Pega un grito y una carcajada mientras la
tortuga, el conejo y yo, hacíamos arte de la indiferencia.
La
tortuga leía un libro bajo medio metro de luz que entraba circular por un
agujero, el conejo se atraganta con el agua del charco que se posa rendido
debajo de una gotera. Ignoro una erección repentina e inoportuna, mientras un
gato se lame la pata delantera izquierda. La mano de la oscuridad mese la cuna
de nuestra criatura de tinieblas. Carnaval de hongos y bacterias, la locura que
corre como una rata sobre la cadena de un barco a la deriva, que se hunde
quieto y amarrado al peor muelle del puerto. Tráfico de pianos en el sótano es
el motivo coagulante, plagio de poesías de artistas ignotos y fascinantes…
Hay personas que viven solo para hacer bien una cosa.
Una vez, por única, para luego caer en ocio más
anónimo…
No quiero ser redundante,
Pero permítanme ser dialéctico,
Sin dirección se muere mi paraguas,
Arriba, abajo, atrás y adelante,
Me apresuro para tomarme del hombro,
Mientras me camino mis espaldas...
Me soplo la nuca para ver girarme,
Y me interpongo en mi paso,
Solo basta que vuelva a mirar hacia adelante.
Para que un espejo vivo se presente.
El perro se agarra la cola,
Y el destino aplaude en verborragia,
Extiendo los brazos y planeo como un cometa,
En el viento del gemido de un dios,
Encerrado en una pecera.
Los límites de la libertad,
La mortalidad de la oxígeno-dependencia…
La aureola amarillenta de los dedos nicotinados,
La flexibilidad
erótica de la contorsionista,
El
fetiche que separa los labios,
Maremoto
y tormenta,
En el océano
de la abstinencia.
Ella sonríe
cuando adivino su talla,
Cuando
invento dos cuentos para cada palabra,
Nunca
sostengas demasiado una mirada,
Decimos,
Que les
encantan los moños que un hombre se ata,
Pero más aún
las excita,
Ver
cuando se lo sacan.
Algunos
preferimos caer de una avioneta,
Otros la adrenalina
de perder lo que le regalan.
Un ángel
sin plumas, un mono perfumado…
Manos amarradas,
Su analidad
cae en orgasmo,
La
entrepierna bañada en bilis,
Mientras se
apela a la belleza,
Y se
pronuncian “te amos”…
Me revuelco en la cama con un verdugo de la edad
media,
Ella se esconde detrás de una máscara y se penetra,
Luego me ahorca con las sábanas,
Manchadas con su saliva y con mi esperma…
Escribo, escribo y escribo,
Mientras me observan Fausto y la madre Teresa.
El alter retoma la interacción y me aconseja:
Si puedes amarrarte a la ubre de las oportunidades,
Más te vale chupar todo lo que puedas,
Hasta vomitar perlas, parásitos,
Vino, sandía y cerezas.
En algún instante dejó pasar a una lágrima,
que se acomodó en su mejilla, y termino dormida en sus labios. La lengua tiesa
quedó encerrada entre los barrotes de calcio, esperó que se secara, tragó toda
su baba, y le regaló la rosa actualmente roja a una travesti peruana diciéndole:
el aire se perfuma cuando respiras esperanza, cortándose la otra mejilla y tiñó
de roja una segunda rosa blanca. Con la habilidad de un torero que no disfruta
de la muerte, esquiva el ataque solo para esconderse, piensa en salir del ruedo
antes que la multitud se dispute cada uno de sus dedos. Para quedar al costado
con aquél rosarino, tomo un trago, recito una poesía, fumó otro chino
jamaiquino y empezó a hablarle a la vida sin reclamos ni rencor…
Dirigiéndome hacia él:
Dije que haría poesía de este horror,
Y lo hice sin temor,
Pero la belleza no controla las musas…
Vino consigo una estrella bañada en miel,
Borrando una historia e inventando un
color,
La oruga y la mariposa,
La fragancia y el olor,
La guerra de los fluidos anónimos,
Te lo haría varias veces con o sin condón…
El aire
se perfuma cuando respiras esperanza,
Y ahí nomás se
cortó la mejilla,
Y tiño de
roja una rosa blanca.
Un acto sexual sin ausencia,
Todas aquellas implicancias,
De la oxígeno-dependencia…