Mi
interior,
Se desparrama dentro del cuadro,
Cuando el pincel estaba a punto de
explotar,
Yo que desaparezco dentro de su
mano,
Mientras el caudal se empieza a
multiplicar...
Y sin el bote del encanto,
Broté marchito en su paladar,
Caí erguido al fin,
De su garganta y fui,
Un simple náufrago en
ultramar.
Corría en los pasillos de Guantánamo...
¿Donde esta lo que alguna vez tuve?
¿Se perdió entre esas nubes,
Que pasan del celeste al gris
Y empiezan a relampaguear?
Y lloré litros de sal...
Lloré y lloré y lloré,
Hasta secarme, y empezar a
enfriar...
Se puso recta,
La línea de mi palpitar...
Y lloré litros de sal...
Cuando apareció esa tormenta sin
avisar.
La flor se hundió en barro de la
inundación,
Y ella apelaba a mi soledad para
que pueda disfrutar.
De aquello que me gusta y nos hace
diferentes.
Y yo que guardé mucho de lo que
medió,
Hasta lo que solía odiar o ser
indiferente...
Cuando se aprietan un poco de más
los dientes,
Lastimando la piel y cortando el
hilo del que tiende,
Un libro dorado que llevaba
guardado,
Un soldado en mi hombro,
Y que relata mis deseos y sueños más
secretos,
Hay en rincones de mi corazón,
Donde habitan seres que aborrezco,
Nunca maté
a ninguno,
Pero mi
soberanía me ampara,
Y ante la
ley los encierro.
Cuantos huesos me rompí,
En el riesgo de quererte...
Y lloré litros de sal...
Y lloré litros de sal...
Y lloré litros de sal...
Me ahogué en un salitral.
Y sin el bote del encanto,
Broté marchito en su paladar,
Caí erguido al fin,
De su garganta y fui,
Un naufrago en ultramar.
Cuantos
huesos me rompí,
En el
vértigo de amar,
Para que al final,
Me ahogué
en un salitral...
Corría en
los pasillos de Guantánamo...
Mientras sus adolescentes caprichosas jugaban a la
cuerda,
Con la línea recta de mi palpitar…
Caí al fondo de su garganta erguido y fui náufrago.
Al intentar cambiar las miserias de su
mundo,
Y termine torturado por Dionisio y un
soldado yankee en Bagdad.
Sísifo le penetraba el ano a Hedónisio,
Mientras Lujurio los miraba sin poder
dejarse de masturbar.
La hostia humedecida con el semen de los
tres y de otro que no se iba a mostrar.
Y sin el
bote del encanto,
Broté marchito en su paladar,
Caí erguido al fin,
De su garganta y fui,
Un simple náufrago en ultramar.
Corría en los pasillos de
Guantánamo...