El ser, el siendo y el seré...

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martes, 19 de febrero de 2013

Lluvia, la barba de Sadam y la depilación japonesa. / Umiel - Febrero 2013





Debajo de la lluvia asomó,

Con trémula voz

Y con intensidad dubitativa,

Una nube pequeña persiguiendo una flor,

Que en su pequeñez esconde una tormenta.

El trueno se antecedió y pronunció,

El aditivo de ser eléctrica.

La indefensa inmóvil,
Estremecida languidece,
Arrodillada ante las alturas,
Y del electro shock.
Sincronía de abejas y

Guerra con otro panal,

Se juntaron la noche, las intensiones

Y la miel roja, se empezó a derramar.


¡Este es mi orgullo! 
Fue el grito tatuado en cada golpe,
En cada puño…
¡Esta es mi fuerza!
De a una las letras, 
En los nudillos lastimados,
La pérdida de un mundo,
Las vidas indefensas...



Y la guerra del petróleo festeja su misa,

En nuestra intimidad.
Al sol cuando no aparece,

No lo puedes salir a buscar.

Y mueren cientos solo en una par de horas,

El destino se escribe en cada bomba,

A la tierra muerta se le clava una bandera,

Y en los ojos de aquellas criaturas,

Ves un futuro en cenizas y otra bandera que se quema.

Contraen matrimonio la muerte y la realidad.


Cortó de manera tajante,

El péndulo que colgaba del reloj,

Y desde ese momento,

El tiempo no paro de dispersarse.

Aquella maldita aguja de luz,

Pinchó el globo de nuestras mil aventuras,

Y pasados, un poco no más, los ochenta días,

El mundo cambió de color 

Y ya sin forma se llena de basura.


Tengo las manos llenas de mi tiempo perdido,
Y me manchan la ropa, tan intensamente hediondo…
Otra vez petróleo, otra vez petróleo…
La barba de Sadam,
Una japonesa con depilación definitiva,
Un feto muerto en una avenida China.
Un cachorro mutilado por una modelo,
El papa nazi y el reino de la pederastia,
Un Toba muerto en una zanja del ingenio de azúcar.
Un hombre solo ante la individualidad hedonista...
Los reptiles vampiros y los cerdos cantan bingo,
y otro niño palestino sacrifica su vida.

Y la tenacidad de estos momentos de amargura,

Fecunda sus raíces desde el frente a la vereda de la hipocresía,

Y sentada en el cordón del corazón,

Marchitó nuestra flor sin ninguna mentira.

Cuando la batalla ardió,

En nombre de una cruel valentía,

Con poca espada y casi sin escudo,

Defendió a su ninfa,

Pero la vida se perdió entre los escombros

Y la frustración yace en cada ruina.

Y dentro de todo ese carbón,

Resuenan las letras de estas rimas…






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