El ser, el siendo y el seré...

01:56 AM. Cierra los ojos, Déjate seducir por el sueño, Contempla tu inconsciente, Mientras tus oídos... ...Se apoderan del silencio...

lunes, 31 de agosto de 2015

Ecos - Soledad y Malvina. / Umiel - Agosto 2015



Me resbalé con una voz encendida en el recuerdo. Látigo de luz, brillo y castigo. Justo allí donde hace falta luz, donde sonido de golpes y gritos rebotan en el eco, donde a veces huele a sangre, pólvora, azufre, incienso de iglesia y nuez moscada. A veces a arroz, leche y canela, otras veces a vómito seco y otras cuantas a “rabanada”.
Allí donde tiro todos mis más íntimos secretos para que se hagan hombre, allí donde patrocinio mis mejores pecados, entre otros; allí de donde me sorprende el inconsciente en sus raptos de anarquía y rebeldía violenta. Allí donde existe la oscuridad perfecta donde me oculto cuando miento, la sombra de donde se escucha mi voz pronunciar con certeza aquello que no sé. Aquello que no se ve, pero…
Sin luz no hay defectos,
Sin luz no hay obscenidad,
Sin desesperación no hay adeptos,
Y sin mártir no hay hermandad.
En la oscuridad de nada sirve tu mirada,
Y la imperfección al tacto,
La imaginación suele estimular,
Es allí donde también mordiste el polvo,
Y también donde te suelen engañar.

Aturdido entre relámpagos y niebla espesa que se siente al respirar, con lodo hasta las rodillas vas perdonando aquellos errores que se parecen a los que tú mismo has cometido; con un casco obrero con una linterna encendida e inútil vas dejando en el fondo del hirviente y frío caldo barroso aquellos “perdón” que regalaste de corazón, al saber que tú podrías hacerlo mucho peor. Vas reclutando miedos, traumas y fantasmas; y varios policías muertos, recolectando hedor a carne quemada, carne cocida de todas aquellas veces que te condenaron a la silla eléctrica, ecléctica, femenina, divorciada y liberal. Frasquitos de perfume, huellas entre la humedad de tierra viscosa, la tragedia de Hansel y Gretel; Sin Wilson ni Lazarillo ni Sancho, a esta altura, reconozco que Nietzsche me parece un romántico más. Frasquitos de perfume cerrados con tapones de corcho, escarcha y huellas perdidas, escalera que no termina, camino repleto de olvido, camino sin trayecto.
No hay sitios imposibles,
La vida me lo ha demostrado,
No siempre tiendo a ser necio,
Tampoco a ser esclavo,
Y aquí me ven.
Brusco y atolondrado,
Ni busco ni encuentro,
Turista en todos lados.
No es lo mismo un feto que un tumor,
¡Qué bella era Hiroyima!
Hay cosas que nunca voy a perdonar, y como el viento a veces se calla, le vuelvo a gritar: “luego de la herida, luego que me han lastimado, en vez de querer vengarme, aprendí a no hacer daño”. Existen puntos seguidos, puntos aparte, los suspensivos, capítulos y finales, Existen libros del mismo autor, plagios y anonimatos cruelmente decadentes. Existe la melancolía, la cocaína, el tango y el arrabal. Y con la tinta de esta estrofa que se mezcla con el aliento de mi voz ronca, resistiré mientras no me dejen avanzar, mientras el sol lastime los ojos y mi refugio sea allí donde habitan el frío y la humedad.
El frío y la humedad,
Agosto 2015 en Buenos Aires Ciudad,
Otoño – invierno,
Mis sitios ocultos,
La embajada del infierno…

La espada,
                   La cruz,
                                 El vino,
                                               Y el orgasmo.

La cera de un velo ardiendo se funde con aquel hilo de saliva danzando como en un rito sobre la línea de frontera del vacío y la plenitud. Y sin haber dicho todo lo querido, en una lucha contra el trastabilleo de colocar estas ideas en hileras dentro de estas palabras que se agotan más rápido que la inspiración y que el renglón invisible que se termina, queda por decir en nombre de una alquimia:
Allí donde se derramó sangre brotó una historia y una flor,
Donde hubo enfermedad hubo amor,
Siempre de la impunidad nace la trascendencia de una convicción,
Y nada dura para siempre,
Ni el éxtasis, ni el dolor.
Antes de terminar,
Quisiera acotar,
Que conozco, además;
El deseo y el amor.

Y detrás de un muro de diferencias, en medio de un ejército que desfila indiferente entre la gente al filo de la muerte, entre góndolas de coca cola y comida chatarra, en un baile con un asesino, entre códigos de barras y tarjetas de crédito. En una danza de miel y cera, cruel esperanza vieja que envenena, de aquella saliva que zig-zagea en la línea de frontera del vacío y la plenitud. Aquel sitio desconocido de la azotea, lo que tapa la brea, del fondo del freezer de la heladera, debajo de un ataúd.
Suciedad, sociedad,
Profilácticos, sacerdotes,
Artistas, estafadores y violadores,
Inmigrantes ahogados hacia la Unión Europea;
Bolivia sin mar.
Palestina y Siria sin paz.
Ecos que se repiten,
Malvina y Soledad.