El ser, el siendo y el seré...

01:56 AM. Cierra los ojos, Déjate seducir por el sueño, Contempla tu inconsciente, Mientras tus oídos... ...Se apoderan del silencio...

sábado, 4 de mayo de 2013

Tormenta oceánica en un vuelo directo desde Tierra del fuego con destino a Japón. / Umiel - Mayo 2013


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Creí, y el tema central es que  creo, que creí mal, y redundantemente me mareo en esos nudos que tejo con lo que se me va cayendo en la piruetas de una órbita que me mueve de aquí para allá, sin respetar mis leyes de gravedad. Houston tenemos un problema, el corazón tiene nauseas, la arcada lo contorsiona y lo arquea, y esta montaña rusa que parece eterna se enreda y enreda en un laberinto. Y al costado del camino lo único que se encuentra es tierra seca, y esas mascotas muriendo por que alguien las abandonó. A la pasión le hace huelga todos aquellos momentos que al pensarlos nos decimos: hablo de “aquello que nunca más nos ocurrió”. Últimamente muy a menudo despierto con sangre seca entre las encías y el labio inferior.

A veces existen cosas peores que las pesadillas, porque estas son al menos arte cinematográfico de la imaginación en terror; hay sueños que dan aún más miedo, son aquellas que entrarían en el género llamado cine documental, que relata como en nuestro sistema se le niega al corazón representatividad. Y cada tanto en alguna que otra manifestación, sonaron disparos y sirenas. Al otro día el periódico lo oculta, para que siga creciendo la celda, como una inundación; como una ola que arrasa con la costa y toda su población. Otra vez chocan los planetas por un error del sol; de nuevo el problema es la órbita y me redundo en un redondeo que es la inercia que presiona por la mala dirección que toma nuestra gestión. Se rompe una turbina en el medio de un vuelo directo desde Tierra del fuego con destino a Japón.

Como se aclara anteriormente, creí mal. Creí que ella sabía, cada vez que entraba por la ventana, que mis paredes eran poesías en hojas de papel escritas a mano, espejos muy delgados, y manantiales y oasis esparcidos por ahí.
Pero todavía recuerdo cuando el desierto no era más que nuestros cuerpos desnudos, dando clases de calor, a los volcanes  inseguros. Se me queda sin cartuchos la ballesta, con la que te disparaba miradas hacia el corazón.  Robín Hood era muy bueno, pero la puntería le falló. No le pegó a la manzana, que entera rodó y rodó. Esta vez un poco más roja, un poco más húmeda y con un poco más de dolor. La manzana no volvió a pronunciar palabras, luego de ver lo que vio…  Danza una melodía muda en el silencio, los movimientos perdidos de las piruetas que hacíamos, bajo el manto invisible de esta oscuridad.

Me despido diciendo que en algunos de los pasos dados, el piso se astilla y al hacerlo suena.  No teman si me ven temer al caminar, es parte de la vida de los malabaristas, de los felinos que caminan en la cornisa, de los que bailan al borde del abismo con enemigo y de los que se duermen con la ilusión insatisfecha.


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