Escribiré por mí, nada más que
por mí. No encuentro razón para pensar en alguien más. Además, para ser sincero
aunque escriba apuntado a esa luna de queso, de madera, de hierro, oscura, casi
invisible, sin vida. Sé muy bien que no se leerá.
Solo.
Solo, trato de afrontarme así: yo
conmigo mismo. Cuando supe entretenerme, poner esfuerzo y voluntad, me distraía
del desorden y de esa bomba que latía
casi enferma en secreto, y que siempre supuse que iba a explotar.
Decidí rociarla de alcohol y le
prendí fuego. Solo queda esperar. La cuenta regresiva.
Solo, ya no importa si
abandonado, solo importa el propio abandono; y abandono todo riesgo al no
lograr más que encontrarme solo. Nadie está cuando lo necesito, ya no debo
confiar, no debo suponer ni tampoco creer en lo explícito para verlo refutarse
otra vez sobre las palabras que se lleva el viento. El viento del otoño junto a
las hojas muertas. Todas se estrellan al final ante el muro de las mentiras. No
hay lamento sin mentira, sin desengaño, sin endurecimiento. Nueva asociación
mental: las hojas secas se parecen a los recuerdos… deben serlo, iguales, no
deben distinguirse; ya no soy capaz de manejar anhelo con sentimientos, no
puedo afrontar la melancolía. Dejé de ser escéptico y volví al ateísmo. Soy una
máquina fría que expulsa palabras heladas, y ya no creo en ninguna promesa, ya
no quiero desilusionarme más. Siempre fui irresponsable con mi corazón. Le pido
disculpas y él me dice adiós. Yo lo saludo y lo comprendo, nadie confía en la
energía nuclear después de lo de Chernóbil. La misma desilusión empalaga, y no
vale la pena ni siquiera experimentarla de nuevo. Nada tiene de nuevo, sentirse
solo justo en el peor momento. Era obvio
me digo, me insulto por ingenuo, me odio por inocente y vuelvo a perder todo
ese color que había puesto este jardín tan verde… No vivo de ensalada ni de
imaginación. No quiero ser un niño con cuerpo de adulto cometiendo las
idioteces suficientes para reafirmar mi incompetencia a sobrellevar lo
acontecido en mi vida. No se puede escapar, debe ser algo mío, huir no servirá
de nada.
Ya no quiero que ninguna venga a
lamerme las heridas, las serpientes abundan en esa especie que lleva espinas en
su lengua. No escucho más. Solo diré que estoy solo y que así seguiré. Estoy
condenado a padecer el otoño, no queda nada, pero nada más por hacer. Esperar
que todo se muera y que la primavera haga crecer flores de plástico pero que
huelen a perfume de Channel.
La cuenta regresiva,
La cuenta agresiva,
Mozo, la cuenta por favor,
Guarde el vuelto,
Yo me voy.