Abandonó la sonrisa débil en la
primera confusión. Tiñó de histeria cada palabra que pronunció; y las pronunció
con violencia, las lanzó como piedras; y derribó cada paloma que volaba cerca
de los dos.
Nunca
me regaló su orgasmo, ni su confianza y exige pruebas de amor…
Las
voces de una dictadura se apoderan de su voz…
Se convirtió en
mi esposa sin consultarme, y mostró un látigo lleno de culpas reclamando que
pidiera perdón. Un muñeco Vudú de sus fantasmas, el blanco del ataque de su
ansia, pero sin deseo, no señor; sin deseo ni pasión.
Pero
siempre víctima, lava sus culpas, desde esa posición,
Como
lava dinero Mauricio Macri en Panamá, con cuentas off shore.
Comprendo
que de lo vivido,
Dejar
que siga ocurriendo es el único error,
Cuando
sus besos no tienen,
Sabor
a pecado, ni a Dios.
Cuando
la culpa entibia y estanca,
A una
adolescente de treinta,
Ni puta,
Ni santa.
Suave
como una almohada de algodón,
Seca
como una almohada de algodón.
Seco
y pobre como un domingo de reclamos y arroz,
Arroz
con pajaritos para un amor mendigo,
Que
agradeció la limosna y se marchó.
Si
no entiendes estas palabras puedes buscar una explicación,
Allí
donde brilla la ausencia de tu sentido del humor.
En
el gemido mudo de un orgasmo que no se escuchó,
Por
no haber ocurrido nunca, mientras yo me esforzaba por darte amor;
Si
buscas mi ternura y mi paciencia,
Las
dejé junto a tu libido y tu pasión.
No te asustes…
…Sino las
encuentras, yo también naufragué entre promesas incumplidas, en intentonas
inconclusas; en un desierto de palabras que al fin y al cabo siempre dicen que
no.
No te preocupes…
…Cuando fui en
busca de tu iniciativa y excitación; me encontré triste y solo frente al
espejo; y allí también descubrí la decepción.
No
entres en mi casa,
Aunque
lo necesite;
Y lo
pida por favor.
Admití
aficionarme a la autodestrucción;
Y tu
rencor huele a pólvora, fantasmas y explosión.
Un
hedor de facturas podridas y ajenas invade el aire,
En esta
ocasión;
Desde
que bajaste del ascensor y te acercas a mi puerta,
Corazón.
Reclamos de
amor enfermizos de una adolescente de treinta, que ni un orgasmo regaló; para
quién no entiende de igualdad e injusticia; lo aclaro: No soy tu juguete, ni tu
patrón.
Es
suave como una almohada de algodón,
Pero
seca como una almohada de algodón…
Seco
y pobre como un domingo de reclamos y arroz,
Arroz
con pajaritos para un amor mendigo,
Que
agradeció la limosna y se marchó.
Para
quién no entiende, lo aclaro:
No
soy tu juguete,
Ni
tu patrón.