El ser, el siendo y el seré...

01:56 AM. Cierra los ojos, Déjate seducir por el sueño, Contempla tu inconsciente, Mientras tus oídos... ...Se apoderan del silencio...

lunes, 18 de octubre de 2010

El anhelo sin forma de nombre y el cadáver / Umiel Agosto - 2010



No distingo aún si la tristeza de esta noche se debe a que volví a verte de casualidad o simplemente a que comprobé que podría vivir sin verte. Se me confunde los motivos de la sensación de frustración. No estabas hermosa, ni única, ni radiante y mi corazón no latió más fuerte. Eras una más entre la gente y creo que la furia que me invade procede de que a pesar de que podrías, entre la multitud, perderte; por razones que aún no puedo entender, no pude hacer más que distinguirte.
La rutina anhelada, los momentos cálidos de un amor juvenil, luego de su derrota en la lucha por seguir, ante la esperanza en lo que va a venir, no supo más que esconderse.
Le cerramos la puerta, cambiamos las cerraduras, el número de teléfono y hasta creamos una contraseña para tener un código propio de acceso, este es: la vida nueva.
Estábamos todos nosotros, todos los Ariel que habitan dentro de mí, todas mis personalidades; el poeta, el llorón, el duro, el influyente, el influenciado, el estructurado, el obsesivo, el socialista, el sociólogo, el hijo, el hermano, el nieto, el amigo, el libidinoso, el histérico, el pasional, el gris, el existencialista, el que no duerme, el que no quiere despertar, el careta, el copado, el ortiva, el dado vuelta, el realista, el soñador; así hasta llegar alrededor del infinito. Mi imperfección completa y compleja.
Estábamos seguros de que el anhelo con nombre de mujer de nombre conocido, no entraría de ningún modo a mi corazón de nuevo. Y estaba, en parte, en lo cierto.
El anhelo del pasado se quitó el nombre de mujer, borró todas mis imágenes tiernas y enamorantes que tenía sobre ella; Puede decirse que me dejó desenamorarme de ella en paz. Pero no se rindió y fue a esconderse en las causalidades de la vida, detrás del tiempo, delante del horizonte, ente las estructuras un mundo imaginario, donde un lince ciego cuidaba un viejo y eterno reloj de arena gigante; en ningún momento reaccioné de revisar la arena.
Fue a esconderse y a esperar el momento oportuno para vengarse, esta vez sin nombre, sin figura de mujer, esta vez en formato de simple anhelo.
Ese encuentro casual, no pudo siquiera desconcentrarme de lo que estaba buscando en ese momento, aunque si causo un sin sentido de nervios. Pero admito que no pude hacer más que distinguirla de la multitud.
Allí el recuerdo acompaño al anhelo en su estrategia y se echaron sobre mí. Me tiraron al piso, se burlaban, me quitaban el abrigo, el suéter, la remera, en pleno invierno y me abrieron el pecho y entraron. A su paso fueron destrozando las flores que habían florecido dentro, borraron las letras de los grafitos de las enseñanzas de la experiencia, del nombre que le ponemos a nuestros errores, apedrearon la casa, destruyeron mi jardín; violaron la puerta y entraron. Pero se encontraron con un hecho siniestro para ellos. La criatura fruto del amor, del cual la pasión era el único alimento, por causas naturales de un sentimiento seco, vieron la criatura muerta, ni siquiera muriendo.

No estabas hermosa, ni única, ni especial. Mi corazón no latió más fuerte, pero por una extraña razón sin razón, pude distinguirte.

El recuerdo murió de hambre y se esfumó en el aire, el anhelo se marchito en el sótano. Pude ver que la tristeza de esta noche es el lamento al ver que la criatura llamada ilusión, hija de ya no nuestro amor, había muerto por causas naturales. El agua helada en la espalda de esos momentos de revelación; no extraño a tu persona, ni los momentos. Al ver que el anhelo es solo anhelo y no tiene la forma de vos. Extraña el amor, pero no amarte, extraño enamorarme pero no de ti. Salvo tú, extraño todo lo que fui en algún momento, todo lo que creí, todo lo que había hecho.
Y creo que la distinción entre la gente se explica al parecer, por acordarme que algo en mi había muerto, olvidando el que hacer con el cadáver de esa criatura que había quedado adentro…
Llegue a mi cuarto y sentí el más grande arrepentimiento, había dejado morir el anhelo, cuado solo era anhelo. Rompí el espejo, tomé uno de los trozos rotos y mirando la parte vacía del marco, sin dudarlo me abrí yo mismo el pecho. Tome ente mis manos al marchitado y junte de a uno sus pétalos, lo enterré en mi jardín y las lágrimas no derramadas y no saladas, llegaron hasta sus raíces, llegaron a ser su alimento. Revivió a si la esperanza y llevamos adentro, el anhelo que busca un nombre para tomar forma en su aposento. Espera la primavera de mis sentimientos, y ahora junto a mí, luego del entierro; nos quedamos charlando sobre como será el momento, del nacimiento de su nueva forma, cuado se bautice con un nuevo nombre de mujer; y de allí del nacimiento de la nueva criatura, el hijo del anhelo y la pasión, esta vez se llamará: primero utopía, luego ilusión; esta nueva criatura de mi mente y mi corazón: UTOPÍA ILUSIÓN.


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