Una chispa del Fénix / Umiel - Julio 2013

El cerebro y la infinitud de variables,

Suposición y realidad,

Mucho no se diferencian,

Por el ojo certero hacia la realidad.

Y hasta la probabilidad más alta,

Se arrodilla ante el factor sorpresa,

A veces por temor,

A veces por justa reverencia.

Florecen flores,

Y otras se cortan,

Simplemente por casualidad.

Aquí adelante nace un capullo,

Aquel niño otra acaba de pisar,

Dime de dónde vienes,

Y te diré donde buscar.

Con valentía y recuperando fuerzas,

Hay que dejar que pase una y otra vez,

Por la ventana del cuarto, el sol.

Que pase el sol otra vez por mi cara.

La existencia en sí misma no es necesaria,

Habrá que aprender las artes y las coordenadas,

Si es que se aprende alguna vez a vivir.

No seré nunca un zombie,

Ni un triste tango más,

Chofer cuidado con los volantazos,

Y escuche cuando alguien quiere bajar.

No, nunca el estertor de un eco,

Perdido en la infinidad.

Tengo el horizonte y una pierna fracturada,

Me tengo implícito en mis conversaciones.

Quizás algún día anduve por aquí,

Quizás solo basta encender las luces.

Mis fronteras son concretas,

Seré un granito de arena,

En el desierto más extenso,

Soy el oasis, el espejismo,

El cactus y el cuervo,

Y un cartel escrito,

Que tu definición sea tu propio invento,

Hay cosas que siempre defenderé.

Si al fin y al cabo el instinto no me falla,

Y sé que regresaré,

Con menos cosas y con más historias,

A aquel hogar llamado Umiel.