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Imagen 1. |
Aunque tenga,
Todas a perder.
Aunque su luz sería,
Un rapto de fe,
En el gris de las
horas,
De melancolía;
Por primera vez,
Me puse la adultez,
De sombrero y salí al
sol,
En medio del
desierto.
Entre serpientes y
cuervos,
Un calor sofocante,
Un cactus, sin agua,
Y los espejismos
mentirosos.
Hoy no leeré el parafraseo,
Que se enrosca en el mareo,
De quién olvida lo
que debe recordar,
Y recuerda lo que
debe ser del olvido.
Vomitando indeciso,
En la cobardía de la
distancia,
Sobre la línea
fronteriza,
Entre la estupidez y
la decisión tomada.
Todo se puede
deshacer,
Pero con esperanza
que la respalda.
No jugaré otra vez,
A armar un
rompecabezas,
A oscuras en el aire.
A pesar de la
desventaja,
De la soledad y la
resaca,
Me escaparé de todos
los dedos,
Brazos y besos,
Que te quieran
consolar.
Los cuervos vestirán
de seda,
En la noche en que te
espera,
El individuo de la
modernidad,
Sin promesas y con cerveza,
Sin corazón y con sal
gruesa,
Y una circunstancial
voracidad.
Ella sola junto a
otra ropa,
Y él en los ánqueles de
una historia,
Soplando polvo,
fumando mil cigarros.
La presencia de la
ausencia,
Sentada en esa silla,
Que la tortura y la
hipnotiza.
Ruido de ducha en el
baño,
Busca en su soledad sonrisas
postizas.
El maldito sarro,
¿Dónde está la
sonrisa postiza?
Arriba el ventilador
de otro siglo,
Abajo la alegría
marchita,
Paranoia a los
costados,
Adentro el vacío
infalible.
Los puntos
cardinales,
No son más que la
mira de un rifle.
Una causa misionera,
Un dogma de luz,
Cuando uno no es uno.
Cuando uno es un punto,
Perdido en su
definición.
Un libro abierto
sangrando,
Entre suspensivos,
seguidos,
O el final, en el
vértigo de un rulo.
Afirmación, negación
de la negación,
Inyección de
materialismo puro,
Los placeres superfluos,
Los placebos
absurdos.
Hoy no leeré el parafraseo,
Que se enrosca en el mareo,
De quién olvida lo
que debe recordar,
Y recuerda lo que
debe ser del olvido.
Vomitando indeciso,
En la cobardía de la
distancia,
Sobre la línea
fronteriza,
Entre la estupidez y
la decisión tomada.
Todo se puede
deshacer,
Pero con esperanza
que la respalda.
No jugaré otra vez,
A armar un
rompecabezas,
A oscuras en el aire.
Esta valentía deja
restos,
Escombros y muertos,
¿Pero a esta altura,
Que hace a la
tragedia,
Una muerte más?
Si vamos demasiado
lejos,
Cuanto más avancemos,
Más difícil será,
Que nos vayamos a
buscar,
Y la casualidad y la
suerte amor mío,
Ya me supo demostrar,
Que me odia y me
aborrece,
Y sin ella,
No nos vamos a
encontrar.
Entre la
incertidumbre y el miedo,
Y todo aquello que no
sabremos como perdonar.
Eh aquí el “X” del
riego,
He aquí la causa y el
efecto,
De intentar,
No volverte a
extrañar.
Aunque fracaso en
cada intento,
Por más de que sea
pequeño,
Me grito sin parar:
Hoy no leeré el parafraseo,
Que se enrosca en el mareo,
De quién olvida lo
que debe recordar,
Y recuerda lo que
debe ser olvidado.
Vomitando indeciso,
En la cobardía de la
distancia,
Sobre la línea
fronteriza,
De la estupidez y la decisión
tomada.
Si quieres un poco de
dolor,
Te convido,
Si tienes una
esperanza,
¿Qué haces,
Que no estás aquí
conmigo?
(El lujo de tus pestañas, el
girasol marrón en tu pupila, el movimiento mágico en el que bailan cuando
brillan... cuando
brillaban…)
Perdón por la debilidad, perdón
por la desazón. Pero este intento de estabilidad solo se rendirá a un corazón.
Que tenga tantas ilusiones y sueños, como los que podría tener yo.
Me siento extraño y solo tengo la
poesía para supurar la pena que me invadió.
Le hablo a mi dolor,
A mi irresponsable
tristeza,
A mi absurda
inocencia,
Y la tonta esperanza.
Le hablo a todo
aquello,
Que día tras día,
Prácticamente me mata.
Querías un hombre
seguro,
Ahora viajo solo,
Con una pluma en la
mano,
Un corazón moribundo
Y destrozado,
Una molécula de
esperanza,
Con mariposas muertas
en la panza,
Unas ganas en
muletas,
Un desafío obligado,
Una botellita de
cianuro,
Humo congelado.
¿Qué me cuentas de mi musa?
¿Tienes un sentimiento de amor
para refutarlo?
No tengo motivos ni apetito, solo
tengo desgarros, sangre y lágrimas gritando, retumbando en las paredes de mi mente
y mi cuarto. Graduado en ser un ente me resguardo luchando. Contra mí, contra ti,
contra el futuro y el pasado.
Tengo sueños,
Pero no los sueño,
Los duermo,
Todo lo contrario…
Por el frío de invierno; que se
despliega sobre los árboles pelados, amor y hojas, entre otras cosas, que el otoño serial se ha llevado en su resecamiento
general, y en su viento arremolinado. Tengo ilusiones pero las arranco desde
raíz tomándolas del tallo. Tengo un tan inmenso y hermoso jardín, por lo menos
he empezado. Encontraré poesías a las que tendré que sobrevivir, ella está
lejos, secando su amor, y dándoselo al viento, a la cruel decisión.
Yo lloro en poesías,
Y en la ducha,
Bajo la lluvia de
agua.
En silencio en la
oscuridad,
Del cuarto,
Entre almohadas y
frazadas.
En público cuando
endeble,
Me conmuevo con actos,
Tiernos de la vida
cotidiana.
Y lloro las lágrimas
más tristes de todas,
Aquellas que no se
lloran
Y evaporan en las
miradas.
Y estas no necesitan
para irse,
El pañuelo que me
ofreces,
Estás solo pueden
despedirse,
Con esas caricias,
Y esos besos,
Que alguna vez,
Nos hicieron felices…
El grito de
emergencia que no debe callar:
Hoy no leeré el parafraseo,
Que se enrosca en el mareo,
De quién olvida lo
que debe recordar,
Y recuerda lo que
debe ser olvidado.
Vomitando indecisa,
La cobardía de la
distancia,
Sobre la línea
fronteriza,
Del renglón de eta
poesía,
De la estupidez y la decisión
tomada.
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Imagen 2. |