Si los besos obligados llenan de vacío y desencanto;
no hay nada peor que los besos que no se dan,
y la urgencia eclosiona contra la posibilidad,
de que nunca se vayan a dar.
Terminan mis besos en la peor de las podredumbres
y solo quedan derrumbes
de mis besos desencantados,
los escombros del mundo de los labios que no es vacío,
pero que la esperanza trata de convertir en nada,
entre la vida y la muerte,
estar muriendo.
Entre la nada de los restos de los besos destruidos
yacen entre mis manos, mis dedos, mis pelos
yacen entre los escombros, los deseos perdidos
mi espíritu reprimido,
entre los escombros.
Y los tuyos esparcidos en mi almohada,
parlantes, gritan en el silencio que me aturde,
ayer bese a labios desconocidos que besaban,
y dije “te quiero”, solo para consolarme.
Pero nada me consuela, porque al que besaste,
no era yo, no era nadie, ni nada significaba.
En cambio sabías, certeramente,
que si probabas la ternura de mis labios,
no podrías resistirlos más.
Vos, con tu muralla, tu pared impenetrable,
yo, con mis escombros en la almohada.
No entiendes que cada noche en que caemos,
el placer del viento en la caída, no evita a la mañana siguiente,
donde los pedazos rotos, hacen del valor de besarnos
una hazaña devenida en masacre.
Y ya no tengo muchos sentimientos para asesinar,
ni ilusiones para dejar morir,
el nacimiento de todo aquello q respiramos,
en cada contacto en cada debilidad,
no es más que un aborto premeditado,
de dos seres que no pueden sostener su soledad.
Sin embargo, luego del acto, permaneces encendida eternamente...
Y cada noche no hago más que reconstruirte,
para destruirte al día siguiente,
eternamente.
Esto no es una salida,
y escapando,
se nos consume la vida...
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