Quizás haga falta
quedarme a mirar el atardecer y el amanecer,
desde mi pequeñez,
por mi ventana.
Encontrarme en alguna molécula
de cualquier granito de arena,
de esta playa eterna de tiempo y espacio.
El romper de las olas y el silbido del viento,
sostienen que hay canción
y también silencio.
Quizás haga falta
evaluarlo todo y terminar en nada,
disfrutar de algún vicio
en anonimato.
Preparar el despegue de un cometa,
escribir el mensaje
y tirarlo dentro de una botella;
al fondo del mar,
pero nunca al de una lágrima.
Quizás haga falta
creer que las estrellas son una explosión encapsulada
en una burbuja de lava danzante;
ubicada en lo desconocido.
Quizás también,
haga falta ir a buscarla
y perderse en el intento.
Y así;
embriagarme de sus deseos,
marearme con sus curvas,
recorrer con mi lengua, su cuerpo;
Encontrar placer,
en cada uno de sus recovecos.
Hallar orgasmos en sus profundidades
como perlas que arden brillantes,
en un canto de sirena infinito;
al igual que cualquier estrella,
en los confines del universo.
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