Saboreo los aperitivos del olvido,
Camino por los bordes de la compostura,
Observo y acaricio el contorno de la inconciencia,
Aturdido,
Exploro los sabores y olores de la confidencia,
Viajo rumbo a la estación del anonimato de mi persona,
Voy derramando en cada risa,
El veneno acumulado día tras día,
Busco lo que quiero entregado a mis caprichos,
No hay metáforas en mis afirmaciones,
No hay nada que temer,
Nada que encontrar, nada que perder,
No hay nadie, ni yo mismo
Aturdido,
No estoy aquí,
Aturdido,
Frenesí…
Hago mi suerte,
Dentro de las posibilidades,
Indujo coincidencias,
Me expongo abiertamente a la intrascendencia,
De destruirme aquí…
Miro hacia los espejos,
Me enorgullezco al ver que pude espantar,
A este tipo que me suele asustar…
Hoy ni lo intenta…
Hoy no está…
Se ha ido,
Y el estertor de sus suspiros,
Resignados,
Me asegura que no volverá…
O irá a la barra pero no conmigo,
Porque hoy quiero,
Hoy necesito,
Hoy puedo,
Hoy me animo…
Aunque mañana me espere junto con la resaca en la punta de la cama…
Aunque emprendan la destrucción de la certeza que de mi acción emana,
Aunque disminuyan la potencia,
Dejando mi vómito en la almohada…
Aunque me convenzan de que hoy,
No ha servido de casi nada…
Porque la libertad es un privilegio,
Más que un derecho,
Porque la euforia es distinta a la tranquilidad del desierto,
Porque la adrenalina es distinta al placer
De la calma de lo ameno,
Porque es un estado más enérgico e intenso…
Que viene a complementar
Mi neceser, hasta ayer incompleto y abyecto…
Porque hoy apuesto sin pensar en el azar, ni en la fortuna,
Ni en la suerte, ni el propio juego…
Porque hoy quiero,
Hoy necesito,
Porque hoy puedo…
Porque hoy me animo…
Porque no hay nada que temer,
Nada que encontrar, nada que perder,
No hay nadie, ni yo mismo
Aturdido,
No estoy aquí…
Porque en la lucha que se libra aquí,
De hacer derecho el privilegio de la libertad,
Hoy me rebelo contra mí…
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