Estoy enloqueciendo de manera poco talentosa,
siento hielo;
una grieta.
Temblé al primer instante solo, tartamudeaban hasta mis sentimientos y la discreción piadosa pedía, entre tanta confusión anonadada, que no hablara. No distinguía emociones y a la vez sufrí. Sentí el escalofrío de la crueldad y no quise pensar en el tiempo ni en la justicia.
Nace una fantasía siniestra que se grabará donde van a desaparecer las hojas que se lleva el viento y se esconde el vapor de las lágrimas secas.
Experimenté el horror, aunque de manera leve e imperfecta, en el relato ajeno. Quise creer en lo que no creo, quise no sentir lo que siento y a pesar de esto; me fui convencido que la empatía es imposible.
Lamentablemente para ellos y solo un poco (esta vez) para mí, la radio de allí dentro no se apaga y aquello que duele tampoco afloja ni para. Plegaria para un brote tímido que sin dar explicaciones se marchó. Pegó la vuelta y volvió al origen de la sangre y de la luz.
Otra vez soy fuerte,
pero no tanto.
Otra vez soy débil,
y me la banco.
...Habrá semillas de mil colores y en millones de aromas florecerán...
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