El ser, el siendo y el seré...

01:56 AM. Cierra los ojos, Déjate seducir por el sueño, Contempla tu inconsciente, Mientras tus oídos... ...Se apoderan del silencio...

lunes, 9 de noviembre de 2015

De ángeles promiscuos y fantasmas sangrando. / Umiel – Septiembre de 2015.



De lo confesable, admito:
De repente no tengo palabras para pronunciar. En realidad podría hacerlo, pero de nada serviría. Hace tiempo que mi comunicación se transforma en vacía y es un mero entretenimiento para el otro. Pronto implementé la distracción, con la suficiente dosis de discreción, sin embargo no tolero algunas ideas; y debo olvidarme de mí. Debo ser menos que una canción. Resisto el vértigo sin remordimiento, sin ansiedad ni culpa. Trato de distraerme con actividad, trato de olvidarme. Lo logro solo en parte, pero de forma eficiente. No he hecho nada, nadie lo nota, nadie lo percibe; mi historia es mía, los fantasmas también.

Fantasmas de nadie,
Herido.
Ecos molestos,
Aturdido.
Sueño pesadillas,
Y despierto.
Maratón de ayer,
Adeptos.
Fantasmas heridos,
Mi vida.
Acaricié y besé sin medir mis efectos,
Ímpetu fálico.
Prometí incertezas,
Técnico.

De repente no quiero palabras pronunciar. En realidad debo hacerlo, pero no solucionaría las cosas. Hace tiempo que mi comunicación se trasforma en objeto de disputa y es una mera competición para el otro. Pronto implementé el recaudo del silencio; aún no tolero ciertas ideas, debo olvidarme de mis gestos; debo ser menos que una expresión, debo refugiarme neutro.  Resisto la presión sin cansancio, ni agazapado, ni miedoso. Trato de concentrarme en la pose, trato de convertirme en una foto. No he hecho nada, nadie lo nota, nadie lo percibe; o simplemente no les importa. La voz del relato es mía; los silencios, los gritos y las poesías, también.

Error, voluntad de retorno;
Juego nuevo.
Revolver sexual,
(Ruleta rusa) Porno.
Retorno al error,
Morbo.
Rocco Siffredi,
Es siempre otro.
Entre el pasado y el hoy,
Me desdoblo.
Imagen, reflejo y rebote,
Espejo.
Sin pronunciar una palabra,
Me alejo.

Una gota de pluma cae en silencio sobre una laguna de brea y cemento. Burbujas hediondas hierven lentamente en un caldo de grises y tonos oscuros; en un letargo de combustión fría, sucia, pantanosa; casi escatológica, cloaca del mundo. Una gota de pluma cae en silencio hacia una laguna de brea y cemento. Cae en silencio y en dirección recta como una bala, una lanza o un beso que escapa de la boca cuando bajamos la mano hacia alguien en la distancia. Lejanía visible y creciente; el avión despega y el barco parte. Soledad y huellas en el puerto de Buenos Aires.
Sin embargo todos parecen percibir absolutamente nada; quizás no les interesa, quizás simplemente se guardan acotaciones. Llevo el polvo de los años que fui acumulando en silencio. Amasijo una meta hamacándome en el humo que permite afrontar recuerdos. De repente no tengo palabras para describir. En realidad tengo que hacerlo, pero siendo sincero: no puedo.  Hace tiempo que mi comunicación se marchita y es un eco que algunos anhelan, entre otros que conocen la historia. Lo admito sin demitir, lo acepto sin resignarme. Implementé enmudecerme anonadado ante el espejo demandante. No he pronunciado palabras, todos lo perciben, pero nadie me obliga hacerlo. Fui Teseo con espada y gloria, víctima a su vez de la epifanía del retorno, con temple diáfano; fui sicofante de mí y de todos; también.
De repente llevo en mi cabello plumas de ángeles promiscuos; y en las manos sangre de fantasmas. Tus ojos se encontraron con los míos, al advertir tú, que yo te observaba. Solo debo acotar que tengo más defensas que los seres imaginarios. Y más fantasías que los seres reales.

Acaricié y besé sin medir mis efectos,
No ético.


De repente llevo en mi cabello plumas de ángeles promiscuos; y en las manos sangre de fantasmas.

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