Empapado
del tiempo que gotea del reloj,
La regresiva al escape de una condición,
Que vuelve;
Que últimamente,
Es siempre;
Sueños perfumados de almidón…
Riesgos en la plenitud de la soledad...
El café se enfrió otra vez,
En un paladar convaleciente,
En la tasa abandonada al azar,
De la suerte de un joven errante.
El vidrio se atraviesa por un rayo de sol,
Y otro queda pegado en el rayador,
Cuando bajo la ballesta,
Y dejo que se opaque el brillo,
Aquel que te disparaba,
Y que ya no
tienes…
Un esquimal con fiebre,
Una belleza que duele.
Al lado de tus manos que preparan el manjar,
Ese paisaje de una mujer que deseaba y algo más.
El semblante de
la cáscara de sol,
Que yace lisa,
enferma y blanca...
Pero…
A decir verdad…
Mis planes no son más,
Que los planes de un hombre solo…
Hay cosas que perdí,
Y otras se hunden en el lodo,
Fumo un cigarro mientras pienso,
En el lamento por las que me robaron,
Y por algunas por las que sufro y guardo de todos
modos.
¡Como pesan los sueños y las esperanzas!
Susurra intensamente Cuasimodo,
Porque,
A decir verdad…
Mis planes no son más,
Que los planes de un hombre solo…
Colecciono besos que morirán antes de dejar los
pañales,
En cada ilusión que empieza a latir,
Posa estéril en cada una de las señales,
Que existen solo para prohibir,
Porque a decir verdad,
Mi sentido,
No tiene motivos cómodos,
Porque mis planes no son más,
Que los planes de un hombre solo…
El cascarón de un limón,
En un coma blanquecino,
El semblante
de un sol,
Mudo como
el fantasma de un grillo,
El
almidón sin olor,
nos unimos en el dolor y los cigarrillos…
Pero…
Da igual,
Si a decir verdad…
Mis planes no son más,
Que los planes de un hombre solo…
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